entre esos
cascarones estaban ellos polvorientos por la velocidad de lo suave
¿era un
quirquincho? ¿una montaña? ¿un arroz?
Pastoreaban las
carnes lejos del suburbio
subidos a un camión,
arrimaban las manos al fuego y se convidaban
hasta que la luz de
esa cuadra se encendió y frotaron los cuerpos como una marca
gritó uno:
“vamos a
enseñarles el festejo de los altavoces con condecoraciones,
un día
volverán y no sabrán que hemos sido nosotros los combatientes”
“pero dará lo
mismo pedir cuentas
que sacar
las manos por debajo con el sol en las costillas”
“ja, las
condecoraciones”
“un cuchillo
apagado sobre los sueños”
“nadie puede
decirlo”
“ni decidirlo”
“un apretón de
manos como una silueta de amigos, una foto que recuerden y las flores
serán colocadas de nuestro lado”
“sí, como en un
funeral”
“ja!”
“la reina del
aerosol justificará sus recorridas sobre las carnes”
“tendrá el
derecho que le dará la caza y un sabor a fruto roto a mordiscones”
“ella, sus
fulguraciones de ripio”
“un disparo en las
gargantas de metal”
“perfume de
locomotora nocturna”
¿era una pantera
sobre abrochadoras de yeso? ¿un mantel oscuro revuelto antes? ¿un
jirón de fragata debajo del océano? ¿quién podría comerlo?
¡quién querría!?
mariela arzadun